domingo, 11 de marzo de 2007

Crónicas de Rol .:: El Anillo - 2ª Parte ::.


Sed bienvenidos viajeros, que arrimados a este cálido fuego, deseosos estais de escuchar las andanzas de aquel variopinto comité. Con el único peso del anillo en sus espaldas, seguiremos narrando las aventuras en aquella posada, mal llamada Tranquila, donde pasamos la noche sin intento de descanso alguno.


Ettienne puso cara de perplejidad tras escuchar aquellas palabras de amor a traves de la delgada pared del dormitorio donde se alojaban. No dudó en bajar a la taberna, a compartir con sus compañeros aquellos sentimientos que escuchó de boca del hombre que les espió al inicio de este viaje.

"Tengo que conseguir ese anillo sino quiero perderla. La quiero."

Con la intención de seguir investigando a aquel inquietante desconocido, me dirigí hacia la barra a confesar a un pobre pecador mas ajumado que todos los clientes de la posada juntos. El beodo, con mas intención de hablar que capacidad para hacerlo, me desveló tras invitarle a unos buenos tragos que nuestro sospechoso perseguidor se llamaba Martín. Poco mas pude descifrar de la sarta de palabras que descontroladamente escupia de su hocico, asique déjole en compañia de su rojizo brebaje.

Al tiempo, Ettienne aprovechó para echar unas manos al viejo juego del Naipe, con unos compatriotas montaigneses; los cuales, le desplumaron en un par de ocasiones, sin ninguna clase de miramiento patrio. Poco se pudo sacar en claro de aquel encuentro entre compatriotas, aparte de la memoria de ancestrales canticos regionales comunmente conocidos en Montaigne como "OH la la, Mon die Mon die Mon die....". Cuando el afilado montaignes noto las primeras sospechas de sus compañeros de juego, se escapó presuroso de aquella mesa.

Mientras, tanto Kirstin , Vassily como Vito Visconti hacian guardia en el piso de arriba, registrando las estancias en busca de no se sabe que menesteres. Y fue una puerta cerrada con un voluminoso candado la que despertó la curiosidad de aquel grupo de trés. La habilidosa Eisena forzó la cerradura y comenzó a abrir la chirriante puerta de aquella oscura estancia. Aquel penetrante ruido pareció despertar a un ignoto ser que arrastraba sus pies con unos siniestros pasos acercandose a nuestros heroes. Tras discutir que hacer, y con mas temor que valentia, Vito desenvainó su florete y se lanzó decidido a amilanar a aquella temible criatura y mas terrible fue la sorpresa cuando descubrieron al quejumbroso anciano arrastrando su lastimera figura por aquel amplio dormitorio. Avergonzados por haber despertado al abuelo del posadero de su placentero sueño, desaparecieron de allí sin mas tardanza.

Vassily aprovecho ese momento de tensión para salir a rodear la posada, en busca de un momento de relax, mientras Vito y Kirstin seguian controlando los pasillos de la misma. Y fue en ese preciso instante cuando el gran heroe Vito Visconti se ganó el sobrenombre del avispado, tras estar oteando la ventana en numerosas ocasiones sin apreciar cientas de figuras con antorchas acercandose por el camino a la posada. Fue Kirstin la que percibió aquella comitiva por lo que no dudó en salir a avisar a Vassily. Instantes despues un grupo de montaigneses golpeaba la puerta de la posada solicitando agresivamente pasar al interior.

Nuestro grupo de heroes, con mas imprudencia que templanza, debatian abiertamente como salir de aquel escollo alertando rapidamente a los montaignenses de la mesa del fondo. Con el posadero abriendo la puerta a decenas de enemigos y los montagneses del interior de la posada pisandonos los talones, decidimos correr escaleras arriba buscando una posible salida a aquel embrollo.

Y fue a Ettienne al que alcanzaron, por ir este el ultimo de la escapada, comenzando un tira y afloja en el estrecho pasillo del primer piso de la posada. Vassily, solo el mas musculoso que una cuadrilla de vendelios hormonados, agarro al delicado montaignes y empezó a arrastrar con el a medio pelotón de matones. Y en ese preciso instante, para liberar a Ettienne de las pegajosas manos que lo agarraban, surgió de la oscuridad de un habitaculo un reluciente filo que sajó los brazos que tenian preso a nuestro fino compañero. Era Martín, con una habilidad sublime con la espada, el que empezó a abatir a cualquier enemigo que aparecia en la oscuridad de aquel pasillo.

Mientras tanto, Vito "el Avispado" abria la ventana del fondo del pasillo que daba acceso a las caballerizas. Y se dejaba caer a la oscuridad de la noche, con el temor de no alertar a aquella marabunta de hombres que les atacaba desde el interior de la posada. Uno tras otro fueron bajando por la ventana y preparando a los caballos mientras Martín y Vassily retenian a aquella amenaza a golpe de acero. Instantes despues, se descolgaron ambos por la ventana escapando a caballo de aquel abarrotado edificio.

Nos perdimos en la noche en busca de tranquilidad para seguir nuestro camino a Ciudad Vaticana.



Y hasta aqui puedo contar de esta gloriosa aventura la cual seguiremos contando en nuestro próximo encuentro, siempre que sea del agrado de todos los presentes. Encantado estoy, yo Bernardo Espino, de ser el transmisor de tan meritorias azañas. Que Theus os bendiga a todos.

1 comentario:

  1. Genial la crónica, como siempre. La verdad es que la partida estuvo cojonuda y muy pero k muy divertida.

    Cada vez van cogiendo más carisma estos PJ.

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